martes, 5 de marzo de 2013

ESCUELA PITAGORICA



La escuela de Pitágoras fue una asociación religiosa y política, ademas de
filosófica. Parece que la admisión en la sociedad estuvo subordinada a pruebas
rigurosas y a la observancia de un silencio de varios años. Era necesario
abstenerse de ciertos alimentos (carne, habas) y observar el celibato.
Además, en los grados más altos de los pitagóricos vivían en completa
comunidad de bienes. Pero hay poco fundamento histórico para todas estas
noticias. Muy probablemente el pitagorismo fue una de tantas sectas que
celebraban misterios a cuyos iniciados se imponía una cierta disciplina y
ciertas reglas de abstinencia, que no debían ser pesadas. El carácter político
de la secta determinó su ruina. Contra el gobierno aristocrático, tradicional
en las ciudades griegas de Italia meridional, al cual prestaban su apoyo los
pitagóricos, se produjo un movimiento democrático que provocó
revoluciones y tumultos. Los pitagóricos fueron objeto de persecución: las
sedes de su escuela fueron incendiadas, ellos mismos fueron muertos o
huyeron; y sólo tiempo después los desterrados pudieron volver a la patria.
Es probable que Pitágoras se viese precisamente obligado por tales
movimientos insurreccionales, a dejar Crotona para irse a Metaponto.
Después de la dispersión de las comunidades itálicas se tiene noticia de
filósofos pitagóricos fuera de la Magna Grecia. El primero es Filolao,
contemporáneo de Sócrates y Demócrito, qué vivió en Tebas en los últimos
decenios del siglo V. En el mismo período sitúa Platón a Timeo de Locris,
de quien no estamos seguros siquiera de que sea un personaje histórico. En
la segunda mitad del siglo IV, el pitagorismo alcanzó nueva importancia
política, gracias a Arquitas, señor de Tarento, de quien fue huésped Platón
durante su viaje por la Magna Grecia. Después de Arquitas, la filosofía
pitagórica parece haberse extinguido, incluso en Italia. Se adscribe al
pitagorismo, aunque no haya sido (como algunos dicen) discípulo de
Pitágoras, el médico de Crotona, Alcmeón, quien repite algunas de las
doctrinas típicas del pitagorismo; pero es notable sobre todo por haber
señalado el cerebro como órgano de la vida espiritual del hombre.
La doctrina de los pitagóricos tenía esencialmente carácter religioso.
Pitágoras se presenta como el depositario de una sabiduría que la divinidad
le ha transmitido; a esta sabiduría sus discípulos no podían aportar ninguna
modificación, antes bien debían permanecer fieles a la palabra del maestro
(ipse dixit). Estaban, además, obligados a mantener el secreto y por esto la
escuela se envolvía en misterios y en símbolos que velaban ante los profanos
el significado de su doctrina.

BIBLIOGRAFIA
ABBAGNANO, Nicolas, Historia de la filosofía, Barcelona, HORAS S.A, 1994




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